En Bogotà cada día son arrojadas clandestinamente unas 800 toneladas de residuos. Estos son compuestos generalmente por residuos de construcción, muebles, colchones, plástico y residuos orgánicos. Además de afectar pasos peatonales, contaminar ambiental y visualmente, estos desechos pueden convertirse en un foco de inseguridad o perjudicar la salud pública.

Los operadores del esquema de aseo de Bogotá se encargan de recoger estos residuos y limpiar las calles, sin embargo, su disposición final se debe hacer de manera adecuada para evitar mover el problema de un lugar de la ciudad a otro. 

Por ello desde el pasado mes de mayo, la UAESP implementó una estrategia llamada ‘Punto Limpio’ que consiste en la adecuación de un terreno propiedad de la entidad donde se reciben estos residuos y son separados de manera manual y mecánica para hacer un aprovechamiento adecuado de los mismos. Estas labores se realizan gracias a un contrato interadministrativo firmado con la empresa pública Aguas de Bogotá la cual se encarga de administrar “una planta de separación, un Punto Limpio donde adecuamos los residuos de construcción y demolición que traen los operadores privados de la ciudad. Acá se realiza la separación manual y también por medio de máquinas para hacer el aprovechamiento de estos residuos”, explica Johnatan Ortíz, uno de los 3 supervisores de Aguas de Bogotá con los que cuenta el proyecto.

Para Fredy Aldana, subdirector de Disposición Final de la UAESP, el éxito de esta estrategia es que la separación se realiza durante las 24 horas del día con cada uno de los vehículos que recorre la ciudad recogiendo estos residuos. Según Aldana, la estrategia se implementó después de una serie de problemas que se presentaron con CGR, el operador del Relleno Sanitario Doña Juana, debido a que “en el centro del relleno tenemos un patio denominado de ‘mixtos’, donde hay una acumulación ahorita de unas 180 mil toneladas. No había una reglamentación clara, no teníamos un contrato, unos alcances y por tanto se ha generado una problemática de índole técnica, ambiental e incluso social”.

Uno de los aspectos a destacar en esta estrategia es el cuidado del medioambiente, no solo por la actividad de aprovechamiento que se realiza en la que se les da una segunda vida a materiales escombros, madera y plástico gracias a alianzas con organizaciones recicladoras de la ciudad, sino porque se minimiza la afectación ambiental en el entorno del predio donde funciona el Punto Limpio. “Sobre esta zona hay una ZAMPA que es una Zona de Manejo y Protección Ambiental debidamente definida. Hay unos mojones que están establecidos y que hemos respetado”, explicó Aldana.

La UAESP sigue trabajando por una Bogotá amigable con el medio ambiente en la que la cultura del aprovechamiento sea un pilar del contrato social y ambiental del siglo XXI.