Las instituciones educativas comprometidas con la separación de los residuos son las principales aliadas de la estrategia de la Alcaldía de Bogotá, a través de la UAESP, Reciclar Transforma, al momento de empoderar a los jóvenes y convertirlos en abanderados de la cultura del aprovechamiento.
En el sur de Bogotá, tras un muro de concreto, crece el verde.
Es el Colegio Distrital Antonio Baraya, un pequeño oasis donde alumnos y profesores se esmeran por cuidar el medio ambiente. Nadie imagina la vegetación que se esconde tras abrir el portón, ni siquiera la palmera que sobresale varios metros hacia el cielo, lo delata.
Es sorprender encontrar sillas y tableros al aire libre en un sitio que el colegio bien llama: Aula viva. Que los arbustos, aromáticas y flores sean compañeros de clase es, sin duda, una suerte que no todos en la ciudad disfrutan.
Como indica Oscar Quitian, orientador del colegio:
“Estar en medio de la naturaleza genera el estado mental apropiado para el aprendizaje.”
Además de convivir con la naturaleza, el colegio Antonio Baraya se preocupa por fomentar acciones que reduzcan la generación de residuos no aprovechables.
Andrés Castañeda, docente de ciencias sociales, considera que es una responsabilidad de los educadores impulsar a los jóvenes a separar los residuos. En el colegio se enseña a reutilizar, las botellas sirven de pared en uno de los salones, las tapas hacen parte de la decoración, los tarros de pintura son cómodos sillones.
Gracias al adecuado manejo de los residuos, este colegio contribuye a la ciudad, pues con sus acciones prolonga la vida
del Relleno Sanitario Doña Juana, apoya a la población recicladora y forma seres humanos conscientes, líderes ambientales, que serán ciudadanos responsables y abanderados en promover hábitos sostenibles.
El colegio Antonio Baraya es un ejemplo de cómo docentes comprometidos logran inspirar a estudiantes con acciones que impactan positivamente en toda la comunidad.