La llegada del alumbrado público eléctrico a Bogotá se dio a finales de la década de 1880, y fue lo que hoy conocemos como la Estación de la Sabana, el lugar en donde se inauguró este servicio de iluminación pública que daría por fin a la ciudad una red estable y duradera.

“Para el 7 de diciembre de 1889 se planeó la inauguración del alumbrado público eléctrico de Bogotá, que iba a coincidir con otro hecho fundamental vinculado al transporte, que era la llegada del tren a lo que hoy conocemos como la Estación de La Sabana, y en ese momento se prendían las luminarias que conducían por la hoy llamada Calle 13, la Avenida Jiménez hasta la Carrera Séptima y luego hasta la Plaza de Bolívar”, explicó Luis Rodríguez, jefe de Gestión Cultural Señal Memoria de RTVC.

En uno de los fargmentos históricos de Señal Memoria se explica cómo eran las primeras luminarias que funcionaban con luz electrica. “Quizá fueron estos los faroles que acabaron con la murralada, con los curas sin cabeza con el espelunco de las aguas y bueno, con toda la mitología de los fantasmas de Santafé de Bogotá”.

Se estima que en marzo de 1890, este sistema de iluminación con luz eléctrica tuvo en su primera fase 90 focos con 1.800 bujías. Esta red de alumbrado y su funcionamiento en las noches comenzó a demandar fluido o energía eléctrica lo que generó una nueva preocupación para la ciudad ya que no se contaba con una fuente para abastecer esta necesidad, por lo que se acudió al uso de máquinas generadoras.

“En su momento la energía eléctrica se conseguía con unas máquinas de vapor, que eran alimentadas con carbón, carbón vegetal particularmente, y que ponían a funcionar unos dínamos que daban la eletricidad”, aseguró Luis Rodríguez.

La alta demanda de energía eléctrica en la ciudad se incrementó durante el inicio del siglo XX ya que comenzó la instalación de redes de suministro domiciliario. Los empresarios conocidos como los hermanos Samper Brush, decidieron usar las fuerzas de las aguas del Río Bogotá en el Salto del Tequendama en el año 1900.

“A unos kilómetros de Bogotá, a través de la caída del agua del Río Bogotá en el Salto del Tequendama, se estableció una de las primeras hidroeléctricas del país. Los empresarios Samper Brush compraron la hacienda conocida como El Charquito y allí se montó el sistema hidroeléctrico que le iba a proveer en adelante a la ciudad un sistema estable de electricidad durante ese siglo XX que comenzaba”, relató el jefe de Gestión Cultural de Señal Memoria de RTVC.