El sello de esta organización e estar integrado y dirigido por mujeres.
Una casa en obra negra, levantada en el barrio Hunza, protegida con ventanas de cartón y una puerta que nunca se cierra, es la sede de una singular organización de recicladoras de oficio con nombre de ONG ambientalista: Loma Verde.
A sus instalaciones llegan diariamente, solteras, casadas, cabezas de hogar, unas veces solas, otras acompañadas de sus pequeños hijos o familiares.
Ese es precisamente el sello de esta organización: estar integrado y dirigido por mujeres.
Graciela Quintero Medina, vicepresidenta de la junta directiva cuenta como nació el colectivo:
"Nosotras estuvimos en otras organizaciones que eran mixtas donde por lo general, el trabajo que le asignan a las mujeres es el trabajo que podemos decir sucio, que es lavar canecas, que es clasificar(...)También las relaciones son muy fuertes porque los hombres casi siempre ocupaban los cargos directivos, a las mujeres, por lo general, nos dejaban o de secretarias o en el comité de recreación o de salud, entonces, nosotras pasamos por varias organizaciones y dijimos, ¡hagamos una nuestra!".
Así fue como Loma Verde empezó a crecer en número de integrantes hasta convertirse en un matriarcado de recicladoras, al que después se le unieron dos hombres, excluidos por su condición de discapacidad de otras organizaciones mixtas, quienes en adelante se encargarían del trabajo más fuerte: cargar el material de reciclaje hasta la bodega.
Una bodega con una estética muy partícular: Un inmueble que quedó a medias pero que, al ser prestada como una sede temporal, se volvió rapidamente en el segundo hogar de sus afiliadas, en una huerta experimental para sus hijos y en un salón comunal para dictar talleres de todas las temáticas ambientales y sociales.
Un espacio donde la dura apariencia del concreto se suaviza con decenas de detalles, aun en buen estado, extraidos de las canecas. Un ambiente acogedor que revela la mano, no de una, sino de doce mujeres en la construcción de un gran proyecto.
"Las mujeres, todo sitio donde vamos, lo consideramos nuestra casa, la calle es nuestra casa, este sitio es nuestra casa, entonces, como que también nosotros decimos: si en la casa arreglamos, si tenemos todo decorado, bonito, un ambiente agradable al espíritu, a la mirada , pues es un componente propio de organizaciónes de mujeres", resalta de nuevo su vocera Graciela Quintero.
En Loma Verde se clasifican las cerca de dos toneladas de material reciclable que se acopian mensualmente de recoger en conjuntos y casas de esta parte encumbrada, en la localidad de Suba.
También se planean campañas para enseñarle a la comunidad circundante tres temas que le han otorgado un plus como organización de recicladoras: separar en la fuente, pensar en el cuidado del planeta y dignificar el trabajo de la mujer.
Clara Hurtado Daza y María Lourdes Sánchez, recicladoras de oficio, refuerzan esta idea con sus testimonios, respectivamente:
"Ha sido un cambio total en mi vida, en muchos aspectos, en capacitaciones, en trabajo, en ciencia y sabiduría".
"Significa mucho para mí, porque he aprendido muchas cosas sobre el reciclaje, he aprendido, he aprendido sobre artesanías, somos un grupo de mujeres y uno se siente como en familia"
Una familia de mujeres compuesta por madres, hijas, primas, amigas o vecinas que, a lo largo de 17 años de trabajo arduo en esta montaña de oportunidades que ha significado Loma Verde, está a punto de alcanzar otra cima importante en su camino de fortalecimiento, con la ayuda de la Uaesp y la Alcaldía de Bogotá:
"Dentro de 3 años , en el 2021 , aspiramos a que ya nosotros tengamos nuestra bodega y el carrito", finaliza su vicepresidenta Graciela Quintero.